¿Cómo va, amigos? Retomamos este humilde espacio que nos brinda Mr. Maison, luego de unas semanas bastante agitadas en cuestiones políticas, educacionales y festivas (joda). Sin ir más lejos, quisiera expedir una opinión, comentario, crítica y aporte a las cuestiones relacionadas con el consumo de estupefacientes. Más que nada sobre la marihuana. Ya sé, me dirán que ese tema está más tratado que el de Malvinas últimamente, pero me di cuenta de que siempre hago mención a esto, sin haber especificado con anterioridad el paradigma desde donde me paro al escribir sobre porros, y cuáles son mis consejos y/o experiencias. Sobre todo por los niños que leen Maisonier, pobres inocentes criaturas sumergidas en este entorno digital-virtual, herramienta capaz tanto de matar como de hacer más fuerte al capitalismo y la globalización: Internet.
Esto no se hace.
Por supuesto que como toda droga ilegal en su venta y/o consumo, tiene un rechazo de buena parte de la sociedad, la parte conservadora para ser más exactos. Que hace mal, que mata neuronas, que esto, que aquello… como si el alcohol y el cigarrillo fuesen leche y pan. Lo curioso es que esta misma parte conservadora, la que se jacta de conservar valores de bien y de protección de la familia y la vida, son las más ligadas a las cuestiones marihuanísticas (Maisonier, patentá esa palabra). Pregúntense si no, ¿quiénes son los que traen la droga para que se venda en el país? Los “empresarios/políticos”, que salen a decir barbaridades, mientras por un costado (por intermediarios que no son cómplices, sino parte de los afectados) venden drogas en mal estado a niños de baja capacidad económica, que viven en villas y asentamientos pobres. Lo más gracioso es que estos tipos se llenan la boca con cuestiones moralistas, y sus hijos van a los boliches más caros y se drogan. Ojo, no quiero generalizar ni discriminar, pero lo que estoy diciendo no es para nada descabellado ni fuera de lugar.
Mi perro, Bruce. Íntimo amigo de Mr. Maison.
De todas maneras, y por suerte, la marihuana tiene sus aspectos positivos. Si no me creen, investiguen por Internet, todavía tengo resabios del síndrome de Yao Ming que no me dejan escribir sobre eso. Pero, como dice un profesor mío, la red es como un basurero del cual se pueden rescatar cosas interesantes. Si van a probar un porro, asegúrense de estar con alguien que tenga experiencia en el tema, y lean mucho sobre cómo se hace, cuáles son los efectos y esas cosas. Y como si esto fuera poco, considero al cannabis, junto a la ya mencionada Web, como uno de los pocos elementos que funcionan como integradores para toda la sociedad: personas de cualquier religión, condición social, sexo y otras características en el mundo, fuman marihuana. Con esto no pretendo hacer apología al consumo ni nada por el estilo. Solamente quiero que entiendan que hacerlo no tiene nada de malo, no está penalizado por la Ley, y que una persona que se fume un porro no debe ser vista como un criminal, solamente se está dando un gusto digno de los dioses del Olimpo. Imagínense que tratemos así a los que toman alcohol. Estaríamos todos presos.
Como diría Oppenheimer, “mi opinión”: Prueben solamente si tienen ganas de hacerlo, teniendo en cuenta lo que escribí en el párrafo anterior. Bajo ninguna razón vayan a hacerlo porque otros los presionan, es una decisión personal y nadie tiene que imponerles nada.
Gracias.
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