Salvo el atrevimiento del dueño de esta página de publicar lo del miércoles bajo mi firma, estuve a punto de no aparecer hoy. Pensé en eso no por sentirme mal, sino que he llegado a este viernes cansado. De todas formas, me encuentro feliz por el hecho de haber cumplido con los objetivos planificados para esta altura del año, y eso que estuve a punto de abandonar todo. ¡Vaya cagón! Ni me quiero imaginar qué hubiera dicho Mi Padre si tomaba semejante decisión. En realidad me falta una cosa: pedirle matrimonio a la mujer de mi vida.