Jerencio: La felicidad
Que concepto tan amplio el de la felicidad. Tengo bien entendido que la felicidad plena no existe, porque el hombre es un ser que está en constante necesidad de algo: siempre le falta cinco para el peso, y de eso se alimenta bastante bien el capitalismo. Tenemos las necesidades básicas, como comer, cagar, respirar, fornicar; y las otras como hablar por celular, tomar alcohol, escribirle boludeces a alguien en el muro del Facebook, y cosas así. Sin embargo, a veces se me escapa decir que soy feliz haciendo algo, o que tenés que ser feliz siendo como sos, o que si algo te hace feliz (y es más barato) bienvenido sea. ¿Por qué tenemos que estar en esta constante búsqueda de algo que nunca vamos a lograr, y encima nos cuesta más horrores que satisfacciones? ¿Y por qué no?, me dirá alguno. Y quizá tenga razón. Quizá también tenga razón mi madre cuando dice que soy parecido a mi padre, pero no por eso voy a darle bola. Total, yo soy feliz como soy. Ay, se me escapó de nuevo.
Gracias.
En una reunión hace poco le recomendé a un amigo personal que haga lo que crea mejor sobre un problema que tenía. ¿Para qué me voy a arriesgar a decirle una posible solución? Mirá si lo dejo peor. Igual tampoco sabía cómo ayudarlo. El “hacé lo que te parezca mejor” es una forma de lavarse las manos si se quiere, pero prefiero eso a empeorar las cosas. La cuestión es que use la palabra “feliz”, como un objeto que debe ser hallado, y otro amigo se enojó por haber expresado semejante falacia. Así fue como me di cuenta de que, queramos o no, seamos conscientes de lo que es o no, resulta imposible despegarnos de esa maldita búsqueda. Muchos filósofos, entre ellos uno de mis profesores, sostiene que el hombre se encuentra siempre en la encrucijada de alejarse de lo que le hace sentir mal, y acercarse a lo que lo pone feliz. Sin embargo, ese proceso no siempre resulta tan sencillo como se lo explica. Si fuese todo así de fácil, no habría problemas en el mundo, el Ché y Gandhi estarían vivos, y mi perro dejaría de mirarme cuando cocino y lamentarse de que nosotros somos los que dominamos su raza.
Lo cierto es, señores, que ineludiblemente debemos soportar cuestiones que no nos van a gustar. Lo que tenemos que ver es si eso que no nos agrada tiene su lado positivo. Soy de los que piensan que todo tiene una parte favorable, todas las personas son buenas, incluso las mujeres (mentira), y que algún día el Proyecto Venus será una realidad (previo paso por el comunismo, jaja). Es más, por ahí no es algo positivo en sí para uno mismo, pero lo puede ser para otros. Si Jesús se crucificó por todos, ¿por qué no podemos aguantar por ahí agarrarnos una fea para hacerle el aguante a un amigo, o acompañar a una amiga a mirar pulseras y aros? Siempre nos quejamos del capitalismo… bueno, capaz yo soy el único que se queja, jaja… pero también tenemos que dejar un poco de lado ese egoísmo e individualismo que caracteriza al motor de este sistema de mierda, y buscar una especie de felicidad neutra entre todos.
Si no entendieron el hilo conductor de lo escrito anteriormente, no se asusten. Yo no me preocupé mucho en la coherencia. “¿Cuándo te preocupaste por eso?”, me preguntarán. Y bueno, en próximas (espero que sean más próximas que las últimas ediciones) notas trataré de aclarar un poco este panorama. Y como diría Jorge Drexler, “que sea lo que sea”.
Gracias.
Estamos brotando de nuevo hermanos!
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