Sígueme ahora y no te arrepentirás
“Vale más hacer y
arrepentirse, que no hacer y arrepentirse”. Una vez escuché esa frase de
Maquiavelo sin saber que era de él, y me quedó grabada para siempre, a tal
punto que suelo repetirla para cualquier inconveniente que se me cruce. Es
difícil sostener esta premisa teniendo en cuenta que en la vida eternamente
tendremos que tomar elecciones, y siempre nos estaremos preguntando qué hubiese
pasado si hubiésemos hecho lo contrario, o no lo hubiésemos hecho directamente.
Si nuestra existencia consiste en una gran prueba de ensayo y error, ¿está bien
o mal lamentarse?
¡Este
Maquiavelo y sus ideas locas!
Si vivir es estar
constantemente dejando de lado opciones, suena complicado no angustiarse
pensando cómo hubiera sido si escogíamos la opción B o la C. Lamentablemente la
vida no es como en esos programas de Julián Weich donde hay que optar por una
puerta, un número, una caja o una valija para ganar algo. Si le errás, después
te muestran dónde estaba el premio para exponer que no había engaños. Acá no. Elegís
algo y no podés volver atrás, lo cual hace que te quedes con la duda de si te
cagaron o no.
De todas formas,
no elegir tampoco queda exento de ese posible futuro tormento. La diferencia
está en que nuestro presente inmediato no se modificará, podrá irnos mejor o
peor, pero jamás lo sabremos. Es como si Metallica hubiese bancado más al
colorado Mustaine, o si el mismo Dave hubiese preferido no hacer el papelón que
hizo en la película Some Kind of Monster, llorando como resentido arrepentido.
O si yo me hubiese ido a tomar un vodka en vez de estar carcomiéndome la cabeza
con esta boludez. Quién sabe. Ahora, ¿vale la pena permanecer esclavos de
nuestro futuro, cual odalisca pretendiendo llegar a ser una de las mujeres del
sultán?
“Odalisca con pandereta” (1926), de Henry Matisse.
Mientras vivamos
bajo las reglas de los dioses, los mortales tenemos que aprender a convivir con
estos dilemas. Es más, quizá hasta las mismas deidades tengan estos problemas
existenciales. Creo que no hay que ponerse a pensar mucho en lo que uno quiere,
lo que no quiere, lo que puede o no pasar. Las oportunidades en la vida siempre
se van a dar, serán algunas más fáciles que otras, pero por lo menos una vez
vendrán a iluminar nuestra oscuridad. Es ahí donde debemos tomar al toro por
las astas y elegir lo que creemos que es correcto.
¿Nos equivocamos?
Muy bien, a barajar y dar de nuevo. Lo importante es no quedarse con el
presente inmediato sin modificar. No hay nada más aborrecible que un humano
estático, que no luche por lo que cree justo, que se conforme con lo jodida que
es la vida, que no tenga ganas de dar al mundo lo que el mundo necesita de él.
No hace falta esperar por un suceso que nos cambie la vida, o nos obligue a
hacerlo, porque podría ser más complicado y traumático. Así como las
oportunidades siempre vienen, nuestra existencia también se da porque tenemos
algo para dar a nuestro entorno. Privar de eso a los demás también nos priva a
nosotros. Hay que bailar, pero no para un sultán, para todos.
Gracias
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