Cuando leà ésto podÃa sentir que el que lo escribió lo hacÃa llorando, parecÃa que estaba enamorado de un amor prohibido y se me vino a la mente una imagen de un hincha de River mirando el partido de Boca dónde está Riquelme y de fondo éste tema...vi más respeto en los foros de turiver por Riquelme, que en el de Boca lleno de palermistas y exitistas que no tienen idea de fútbol.
Para Román:
Alivio. Esa fue la primera sensación que me embargó cuando me enteré de la noticia de tu alejamiento de Boca. Soy muy hincha de River, como vos de Boca. Tu etapa de gloria y triunfo coincidio con la de River de ostracismo y oscuridad. ¿Cómo no querés que me alivie?. Después podemos hablar de vos como futbolista. ¿Sabes cuantas veces te dije pecho frÃo? ¿Tristelme? ¿Freezelme y demás apodos que parió la rivalidad futbolÃstica? Pufff, miles. ¿Me podés culpar? Yo creo que no.
Ayer dijiste a la prensa y al Mundo Boca “Naci bostero y voy a morir bostero“. Bueno yo nacà Gallina y voy a morir Gallina. Lo llevo en el ADN. Creà que, en ese mismo combo, venÃa el no saber disfrutarte. En realidad, fue una consecuencia de mi amor por la banda roja. Siempre, siempre, contra nosotros, la rompiste, nos hacias goles, dabas asistencias o clavabas tiros libres. Vos y tus “amigos” Palermo y Guillermo. Ustedes tres son para mà la “muestra gratis” de este Boca ganador de todo.
Pero con vos, Román, pasa algo distinto. Te puteé hasta el cansancio cuando dejaste la Selección por tu mamá. Me diste la excusa para poder decir “Vieron, ¿Tan grande es? ¡Cómo vas a renunciar a la Selección!”. Lo hiciste por una segunda vez, cuando el único jugador más grande que vos (Diego) te criticó por tevé y te volviste a ir. Volvà a criticarte. “¿Cómo vas a renunciar dos veces?” También me mofé de aquel año en que te lesionaste cada dos por tres, incluyendo tu pedido de cambio en el Monumental a los 5′ de juego y grité, a viva voz, desde la San MartÃn Baja “Se cagó, Riquelme se cagó”.
Lo bueno es que la pelota da vueltas y que uno puede aceptar un error. Que dejes a Boca no me alegra, si me alivia. Y si me causa esa sensación es porque indudablemente fuiste grande. Porque asà como para los hinchas de Boca tu nombre es sinónimo de grandeza y triunfos, para mÃ, tu nombre, es sinónimo de martirio futbolÃstico. Te vi meterme varios goles, o propiciando otros tantos. También te vi salir derrotado de mi cancha.
Me autoimpuse el no disfrutarte. ¿Cómo iba a disfrutar yo de un Ãdolo de Boca? ¿En qué cabeza cabÃa? No podÃa tampoco ignorarte. Sos demasiado grande para que a cualquiera que le guste el fútbol le pases desapercibido. Entonces, me debà conformar con la tercera opción: Te padecÃ. Vivà todos tus años en Boca con la sensación, inenarrable que la victoria Xeneize era posible en cualquier lugar, circunstancia o momento si el Diez era Juan Román Riquelme. Muchas veces fue asÃ. Ayer, por suerte, no.
Soy periodista, además de hincha de River. No comulgó con tus endiosadores, para mà ningún jugador de fútbol merece ser subido a semejante púlpito -aunque me tenté de hacerlo con Ortega, el Enzo y, los últimos seis meses, con Trezeguet- pero los entiendo. Inmediatamente me pregunto. ¿Y si hubieses jugado en River? Probablemente te amarÃa y te idolatrarÃa aún más que tus endiosadores. Pero no puedo. No debo. Y, para qué negarlo, no quiero.
¿Me perdà un jugador de enormes caracterÃsticas? No, para nada. Te vi igual. Te sufrà igual y, porque no decirlo, cuando jugaste en Villareal o en la Selección e incluso te disfruté cuando eras vos el que le pasaba la pelota a Javier Saviola para que hiciera los goles en el Barcelona. ¿Sabes cuantas veces saqué a relucir el penal que erraste con Villareal como carta de que no eras perfecto? Miles. Convengamos que no habÃa muchas manchas en tu carrera. La realidad es que lo grosso fue haber llevado a un equipo inexistente como el Submarino hasta ahÃ. Ahora te lo puedo decir, ya no jugas más para ellos, pese a que siempre seras uno de ellos.
Respeto a Boca como rival. No lo disfruto, ni mucho menos lo ensalzó. Son la némesis. Para mÃ, Boca es lo que está mal, lo impuro, lo indigno, todo lo contrario a lo que yo quiero en esta vida futbolÃstica. Pero vos…Con vos tuve y tengo un dilema. ¡Estas cortado por la tijera riverplatense, Román! Los lujos, la exquisitez, ser un diez excelso…Eso es de nuestra escuela. Allá reinaban la garra, los huevos, el ganar como sea, ganar clásicos colgados del travesaño. ¿Cómo podÃa ser que Boca tuviera al mejor jugador de los últimos 10-15 años del fútbol argentino en la Ribera? Era imposible. Ese era River.
Vos cambiaste el paradigma. Más allá de los Rojitas, Márcico, Mastrángelo y el propio Maradona, vos les cambiaste el paladar a ellos. Vos les demostraste que al fútbol también se juega lindo. Les abriste los ojos. Les mostraste el fútbol que a mi me inculcaron desde pendejo, ese que viene con la herencia Gallina de mi viejo. ¡Cómo no te van a amar! Les mostraste un mundo perfecto. Si yo fuera ellos también te amarÃa.
Pero no soy ellos. No te amo. Ni te quiero. Pero te respeto. Como vos a River. Si hay alguien que tuvo y tendrá motivos y espalda para bardear a River ese serás vos. Ni el bocón de Bérmudez, ni Maradona con toda su leyenda, ni siquiera Palermo. El tipo que más hizo padecer a River fuiste vos. Vos y el guante en la derecha. Vos y esa velocidad distinta para jugar a la pelota. Vos y ese amor por la clase, el juego y el estilo. ¿Y sabes qué? Jamás te vi injuriar a River. Al menos no en los medios, no ante la opinión pública. Siempre te vÃ, incluso, tirar buena onda. “River tiene que ascender”, “Extraño el Superclásico” y más frases del estilo. ¿Cómo no voy a respetarte? Eso sà que no. Eso te lo ganaste. Y fijate si serás grande que ni ellos, en todo el odio que nos tienen porque asà fuÃmos concebidos, fueron capaces de jamás decirte nada por tirar buenas ondas para River. Es que fuiste tan grande en la historia de Boca. El más grande, sin dudas.
Yo amo a Ortega. Amo a Francescoli. Mis viejos y los libros me enseñaron a amar a Angel Labruna, me explicaron que es La Máquina y me dicen porque, por ejemplo, MatÃas Almeyda no es Ãdolo. A vos no te puedo ni siquiera tomar cariño. No me lo permito. Sos de ellos. Sos bostero. Sos de la contra. Pero sos un tremendo jugador de fútbol. De los mejores que ha existido y, pese a no disfrutarte por lo anteriormente expuesto, sà tuve la suerte de verte en la cancha, como a Orteguita, por ejemplo.
Chau Román. Gracias a Dios ya no jugas más en Boca. Ya no me vas a hacer padecer más. Quizás ahora sÃ, en algún rincón de YouTube, en las palabras con mis amigos bosteros o incluso si te veo jugando en algún lado pueda disfrutarte. Antes no pude. Sabrás entender el porque. Nos vemos, nos seguiremos viendo cada vez que se crucen en una cancha una camiseta blanca con una banda roja y una azul con una franja horizontal amarilla. Después de todo, vos naciste y morirás bostero y yo nacà y moriré Gallina. De todas maneras, hoy me tomó una licencia de rivalidades y te digo: gracias por el fútbol.
Ahora, sÃ, seguimos siendo rivales. Porque asà nos manda la historia y este maravilloso deporte llamado fútbol.
Fuente
Para Román:
Alivio. Esa fue la primera sensación que me embargó cuando me enteré de la noticia de tu alejamiento de Boca. Soy muy hincha de River, como vos de Boca. Tu etapa de gloria y triunfo coincidio con la de River de ostracismo y oscuridad. ¿Cómo no querés que me alivie?. Después podemos hablar de vos como futbolista. ¿Sabes cuantas veces te dije pecho frÃo? ¿Tristelme? ¿Freezelme y demás apodos que parió la rivalidad futbolÃstica? Pufff, miles. ¿Me podés culpar? Yo creo que no.
Román y un gesto amistoso para con Gallardo. Siempre fue respetuoso de River.
Ayer dijiste a la prensa y al Mundo Boca “Naci bostero y voy a morir bostero“. Bueno yo nacà Gallina y voy a morir Gallina. Lo llevo en el ADN. Creà que, en ese mismo combo, venÃa el no saber disfrutarte. En realidad, fue una consecuencia de mi amor por la banda roja. Siempre, siempre, contra nosotros, la rompiste, nos hacias goles, dabas asistencias o clavabas tiros libres. Vos y tus “amigos” Palermo y Guillermo. Ustedes tres son para mà la “muestra gratis” de este Boca ganador de todo.
Pero con vos, Román, pasa algo distinto. Te puteé hasta el cansancio cuando dejaste la Selección por tu mamá. Me diste la excusa para poder decir “Vieron, ¿Tan grande es? ¡Cómo vas a renunciar a la Selección!”. Lo hiciste por una segunda vez, cuando el único jugador más grande que vos (Diego) te criticó por tevé y te volviste a ir. Volvà a criticarte. “¿Cómo vas a renunciar dos veces?” También me mofé de aquel año en que te lesionaste cada dos por tres, incluyendo tu pedido de cambio en el Monumental a los 5′ de juego y grité, a viva voz, desde la San MartÃn Baja “Se cagó, Riquelme se cagó”.
Lo bueno es que la pelota da vueltas y que uno puede aceptar un error. Que dejes a Boca no me alegra, si me alivia. Y si me causa esa sensación es porque indudablemente fuiste grande. Porque asà como para los hinchas de Boca tu nombre es sinónimo de grandeza y triunfos, para mÃ, tu nombre, es sinónimo de martirio futbolÃstico. Te vi meterme varios goles, o propiciando otros tantos. También te vi salir derrotado de mi cancha.
Me autoimpuse el no disfrutarte. ¿Cómo iba a disfrutar yo de un Ãdolo de Boca? ¿En qué cabeza cabÃa? No podÃa tampoco ignorarte. Sos demasiado grande para que a cualquiera que le guste el fútbol le pases desapercibido. Entonces, me debà conformar con la tercera opción: Te padecÃ. Vivà todos tus años en Boca con la sensación, inenarrable que la victoria Xeneize era posible en cualquier lugar, circunstancia o momento si el Diez era Juan Román Riquelme. Muchas veces fue asÃ. Ayer, por suerte, no.
Soy periodista, además de hincha de River. No comulgó con tus endiosadores, para mà ningún jugador de fútbol merece ser subido a semejante púlpito -aunque me tenté de hacerlo con Ortega, el Enzo y, los últimos seis meses, con Trezeguet- pero los entiendo. Inmediatamente me pregunto. ¿Y si hubieses jugado en River? Probablemente te amarÃa y te idolatrarÃa aún más que tus endiosadores. Pero no puedo. No debo. Y, para qué negarlo, no quiero.
¿Me perdà un jugador de enormes caracterÃsticas? No, para nada. Te vi igual. Te sufrà igual y, porque no decirlo, cuando jugaste en Villareal o en la Selección e incluso te disfruté cuando eras vos el que le pasaba la pelota a Javier Saviola para que hiciera los goles en el Barcelona. ¿Sabes cuantas veces saqué a relucir el penal que erraste con Villareal como carta de que no eras perfecto? Miles. Convengamos que no habÃa muchas manchas en tu carrera. La realidad es que lo grosso fue haber llevado a un equipo inexistente como el Submarino hasta ahÃ. Ahora te lo puedo decir, ya no jugas más para ellos, pese a que siempre seras uno de ellos.
Respeto a Boca como rival. No lo disfruto, ni mucho menos lo ensalzó. Son la némesis. Para mÃ, Boca es lo que está mal, lo impuro, lo indigno, todo lo contrario a lo que yo quiero en esta vida futbolÃstica. Pero vos…Con vos tuve y tengo un dilema. ¡Estas cortado por la tijera riverplatense, Román! Los lujos, la exquisitez, ser un diez excelso…Eso es de nuestra escuela. Allá reinaban la garra, los huevos, el ganar como sea, ganar clásicos colgados del travesaño. ¿Cómo podÃa ser que Boca tuviera al mejor jugador de los últimos 10-15 años del fútbol argentino en la Ribera? Era imposible. Ese era River.
Vos cambiaste el paradigma. Más allá de los Rojitas, Márcico, Mastrángelo y el propio Maradona, vos les cambiaste el paladar a ellos. Vos les demostraste que al fútbol también se juega lindo. Les abriste los ojos. Les mostraste el fútbol que a mi me inculcaron desde pendejo, ese que viene con la herencia Gallina de mi viejo. ¡Cómo no te van a amar! Les mostraste un mundo perfecto. Si yo fuera ellos también te amarÃa.
Pero no soy ellos. No te amo. Ni te quiero. Pero te respeto. Como vos a River. Si hay alguien que tuvo y tendrá motivos y espalda para bardear a River ese serás vos. Ni el bocón de Bérmudez, ni Maradona con toda su leyenda, ni siquiera Palermo. El tipo que más hizo padecer a River fuiste vos. Vos y el guante en la derecha. Vos y esa velocidad distinta para jugar a la pelota. Vos y ese amor por la clase, el juego y el estilo. ¿Y sabes qué? Jamás te vi injuriar a River. Al menos no en los medios, no ante la opinión pública. Siempre te vÃ, incluso, tirar buena onda. “River tiene que ascender”, “Extraño el Superclásico” y más frases del estilo. ¿Cómo no voy a respetarte? Eso sà que no. Eso te lo ganaste. Y fijate si serás grande que ni ellos, en todo el odio que nos tienen porque asà fuÃmos concebidos, fueron capaces de jamás decirte nada por tirar buenas ondas para River. Es que fuiste tan grande en la historia de Boca. El más grande, sin dudas.
Yo amo a Ortega. Amo a Francescoli. Mis viejos y los libros me enseñaron a amar a Angel Labruna, me explicaron que es La Máquina y me dicen porque, por ejemplo, MatÃas Almeyda no es Ãdolo. A vos no te puedo ni siquiera tomar cariño. No me lo permito. Sos de ellos. Sos bostero. Sos de la contra. Pero sos un tremendo jugador de fútbol. De los mejores que ha existido y, pese a no disfrutarte por lo anteriormente expuesto, sà tuve la suerte de verte en la cancha, como a Orteguita, por ejemplo.
Chau Román. Gracias a Dios ya no jugas más en Boca. Ya no me vas a hacer padecer más. Quizás ahora sÃ, en algún rincón de YouTube, en las palabras con mis amigos bosteros o incluso si te veo jugando en algún lado pueda disfrutarte. Antes no pude. Sabrás entender el porque. Nos vemos, nos seguiremos viendo cada vez que se crucen en una cancha una camiseta blanca con una banda roja y una azul con una franja horizontal amarilla. Después de todo, vos naciste y morirás bostero y yo nacà y moriré Gallina. De todas maneras, hoy me tomó una licencia de rivalidades y te digo: gracias por el fútbol.
Ahora, sÃ, seguimos siendo rivales. Porque asà nos manda la historia y este maravilloso deporte llamado fútbol.
Fuente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario