Jerencio: Mirá la pelota que saqué
“Todo está en tus manos, Jerencio”, me dijeron. ¡Vaya mierda! Se olvidaron que no tengo manos. Para aclarar un poco, no tener manos es una expresión acuñada por el filósofo, puteador y descendedor Ángel Cappa, cuando se enfrentó al indio Vega, arquero de River que ahora se encuentra chupando banco por el trolo de Chichizola. Traspolando esta definición futbolística, carecer de manos podría ser como no tener las aptitudes, capacidades y/o competencias para alguna actividad, que puede ser la vida misma. Como verán entonces, no tengo manos, y seguramente alguno de ustedes sentirá lo mismo. Por eso aprieten el botón que dice “ver artículo completo”.
Si me hicieron caso y piensan encontrar aquí la forma de dejar de ser un “sin manos”, olvídense porque ni siquiera yo lo sé. Encima mi padre, Hades, tampoco me ayuda con esto. Supongo que debe ser una especie de prueba que debo superar, o alguna mierda parecida. De todas maneras, éste es un espacio de construcción, por lo que entre todos trataremos de superar esta discapacidad más mental que física. Empecemos con la idea de que ningún ser es perfecto: todos tenemos defectos (algunos más que otros), pero en definitiva algo bueno siempre hay. Por ejemplo, yo soy bueno para escribir boludeces, alguno por ahí sirve para tocar un instrumento, o practicar un deporte; además existen habilidades que si bien no sirven para la liberación de la sociedad, por lo menos te dan la posibilidad de sacar chapa con algo y no sentirte un insecto insignificante. Tengo un amigo que puede abrazarse a si mismo, y otros que pueden pasar un día entero masturbándose. La idea es encontrar algo con lo que podamos presentarnos ante los demás, y a partir de allí empezar a construir una especie de revolución dentro de nosotros: cortar las cadenas con las que el sistema nos ata a su engranaje productivo es una tarea que debe hacerse entre todos, pero también es necesario que nos sintamos libres como seres individuales, capaces de crear sentido sin la necesidad de alguna influencia externa.
Éste es un amigo que puede matar dragones con un solo de guitarra.
¿Por qué siempre terminamos hablando del sistema? No es sólo porque sea un zurdo de mierda, es porque de verdad influye en todos los ámbitos de la vida. Herbert Marcuse habla de la unidimensionalidad del mundo, en donde estamos metidos en un sistema que no nos permite pensar más allá de lo que tenga que ver con la continuación del capitalismo, inclusive en nuestro tiempo de ocio. Sin embargo, el filósofo plantea también que existen formas de huir de esta unidimensionalidad: el arte es una de las vías de escape. Al observar una pintura, por ejemplo, cada persona posee la capacidad de darle una interpretación única, singular, y distinta hasta de la que pensó el autor. Entonces, propongo que otra de las maneras de superar esta forma de vida sea encontrando nuestras virtudes, aquellas características que nos hacen únicos y buenos. De esta forma, nos plantaremos de manera distinta ante los demás, y empezaremos a mejorar toda esta mierda.
Párrafo aparte, seguiré insistiendo con la presencia de las historietas del trolo de Julio. Hablando de la unidimensionalidad y todo eso, ¿qué mejor opción para rescatar nuestra propia manera de ver las cosas, que leyendo e interpretando esos exóticos y bellos dibujos?
Gracias.
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