Jerencio: "No quiero madurar"

Antes de introducirme en el tema que me compete, quisiera agradecer al dueño del blog por publicar las fotos de mi cumpleaños en uno de los posts anteriores. Ahora debo enfrentar una serie de juicios por alteración del orden público, que incluye zoofilia. Pero bien, siguiendo con la cuestión de la llegada de mis 23 añitos, desearía reflexionar sobre el concepto de la maduración y sus derivados: crecer, ser hombre, ponerse los pantalones largos, hacerse la leche solo, dormir con la luz apagada, etcétera. ¿Qué demonios quiere decir mucha gente cuando te dice que “tenés que madurar”?

Mujeres, todas unas expertas en saber madurar.

Vamos al ejemplo más común: estás haciendo zapping en la tele, y de pronto dejás en Cartoon Network porque están pasando Dragon Ball Z. Aquel que se cuestiona en su interior la necesidad de actuar como un estúpido maduro vendrá a decirte: “¿¡Qué hacés mirando dibujitos?!”. “Dibujitos” le dicen a una serie tan significativa para nuestra infancia y adolescencia. A ver… “maduro”, es un concepto aplicable a la persona capaz de “crecer y desarrollarse en relación con sus condicionantes hereditarios, el contexto social en el que vive y sus circunstancias personales”, según el diccionario. Entonces, ¿me quieren explicar en qué diablos afectaría al contexto social mi crecimiento y desarrollo a partir de una serie animada? ¿Voy a ir a mi trabajo a intentar tirarle un kame hame ha a mi jefe? (que bueno estaría eso) ¿No voy a poder criar a mi hijo porque terminaré preso en un intento por enseñarle a volar, tirándolo del balcón? El problema radica en que la mayoría de las personas relaciona al acto de madurar con el hecho de seguir un conjunto de pautas sociales impuestas, que indican cómo debemos comportarnos en sociedad. Una especie de tipificación del adulto, en este inmenso mundo de la vida del que hablan el Gordo Schutz y el Tanque Habermas.

“¡Me las pagarás, maldito!”

Sin embargo, es muy fácil echarle la culpa a la gente. Pobres almas infelices vagando en un sistema perverso, mucho más que el mismísimo infierno. Si no son las personas, ¿cómo es qué existe esa presión que te obliga a comportarte como idiota? Aquí es donde, hablando del inframundo, debo agradecer al Señor Hades el hecho de abrirme los ojos para encontrar la respuesta a semejante interrogante. La sociedad se comporta de esa manera, mis queridos lectores, porque está conducida de tal forma de lograr que cada uno ocupe un lugar en el sistema productivo, sin posibilidad de quejarse. Fíjense: cuando te dan el prototipo de adulto maduro siempre es una persona correcta, que no transgrede las reglas, se va a dormir temprano y tiene un trabajo que, aunque sea más feo e indignante que pegarle a tu mamá, no se rebela porque debe estar agradecido de no haber sido expulsado de la maquinaria productiva social.
A lo que voy es que la maduración de cada persona está en poder distinguir lo que está bien y mal, siempre teniendo en cuenta el bienestar de todos como sociedad. Por lo tanto, necesitamos más gente “inmadura” que salga a la calle a denunciar todo lo mal que se está haciendo en el mundo, y que no podemos ver en nuestro intento por “madurar”.
Gracias.

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